La femme qui se poudre (Patrick Bokanowski, 1970-1972)Fuente: 28 de junio de 2006 Aurélien Portelli Mecánica de Cine: http://mecaniquefilmique.blogspot.com/2006/06/la-femme-qui-se-poudre-patrick.html La femme qui se poudre es el primer cortometraje experimental del artista plástico Patrick Bokanowski, filmado en blanco y negro y en 16 mm. Un fondo negro oscurece los contornos del marco, en el que aparece un alo luminoso en el que evolucionan varios personajes con una apariencia grotesca. El campo de la película se percibe a través de un velo vaporoso que refuerza la extrañeza del trabajo, mientras que las numerosas superposiciones y animaciones le dan a la cinta una atmósfera de ensueño. Los ejes son variados y la escala de los planos es extrema. El montaje alterna los primeros planos, que revelan rostros deformados y tomas de una unidad grande, donde se pierde una silueta distante. La banda sonora, que resulta de la mezcla de varias fricciones, chillidos y lapeos, acentúa la atmósfera opresiva de la película. Esta música experimental reemplaza los diálogos. Bokanowski juzga que las palabras son demasiado ricas y que no tienen lugar en sus películas. Para él, producen un sistema salvaje de signos que dañan la percepción de las imágenes. Sus cortometrajes y mediometrajes son, por tanto, siempre mudos.
Sus diseños para distancias focales son audaces. "La femme qui se poudre", nos dice, Este mundo de objetos fabricados era para compensar los objetivos. Así fue, quería hacerlos para que realmente parezca un dibujo, un mundo realmente muy lejos del mundo habitual. Yo lo hice, ya que lo hice en piezas, las piezas, los disfraces, las perspectivas, y realmente sentí que era bueno, que demostré lo que es la vida cotidiana . La textura de las imágenes recuerda en parte el cine primitivo de la década de 1890. El cineasta está volviendo a sus orígenes. Como para significar la necesidad de volver a la pureza del cinematógrafo, a las formas aún embrionarias e indeterminadas. El uso de la luz es un concepto clave en Bokanowski. Esculpe cada imagen de La femme qui se poudre . El cineasta hace varias preguntas: ¿de dónde viene la luz? ¿De qué sirve construir el plan? ¿Por qué sería o no visible? La iluminación a veces parpadea y desaparece por completo. Ciertos personajes surgen de la oscuridad, mientras que otros permanecen ocultos a la sombra. ¿Por qué tal sesgo? El autor nos deja juiciosamente en duda. Bokanowski cuestiona el material cinematográfico y las condiciones que hacen posible el cine. No se opone fundamentalmente al cine narrativo. Pero él piensa que el primer paso a seguir, para hacer posible una historia en el sentido clásico del término, es primero conocer las propiedades de los ingredientes que un director desea usar. Una mujer se pulveriza en una serie de disparos. La luz parpadeante revela la inestabilidad del mundo. Un primer plano muestra a la mujer cuya cara está cubierta de polvo, así como a otra figura que lleva una máscara inquietante. Bokanowski revela la mascarada haciendo un cuadro congelado. Él demuestra que la forma de una máscara revela lo que una cara quiere ocultar. El polvo de maquillaje no es más que polvo en los ojos. En otra secuencia, un personaje se encuentra acorralado y atacado por varios individuos. La mujer en polvo se convierte en una pesadilla. La música es cada vez más opresiva. La edición, mientras tanto, se vuelve caótica. Las fotografías congeladas se cruzan con algunas tomas desiguales, que son bastante aterradoras. La realidad se está desmoronando. Ninguna ley física parece regular este pandemonio. El espectador no sabe a qué nivel de conciencia se encuentra. Las imágenes que pasan ante sus ojos son como sueños perseguidos por obsesiones intraducibles. Más allá de los artificios cinematográficos, el lenguaje de Bokanowski transcribe la naturaleza del material fantasmagórico del que se alimentan los sueños. La película evoca la incomprensibilidad que reside en la superficie de las cosas. Las imágenes, a veces opacas, a veces legibles, desconciertan al público acostumbrado a historias más tradicionales. Evidencia El espectador está muy molesto al salir de la sala de cine. ¿Qué podrá decir sobre esta película? Pocas personas hablan espontáneamente de una obra contando la composición del marco, la profundidad de campo o las características del montaje. La forma universal de contar una película es evocar el escenario y el curso de la trama. Aquí es imposible. Bokanowski ofrece un cine sin una historia que contar. Un cine puro de negación narrativa. El cineasta hace que todos estén de acuerdo, porque La femme qui se poudre, como otras obras experimentales, también muestra los límites del análisis cinematográfico. ¿Cómo puede el cineólogo explicar lo más fielmente posible lo que está sucediendo en la pantalla? El enfoque parece casi condenado al fracaso, porque el cortometraje escapa a cualquier intento de descripción. Las fotos están ahí. Desfilan, se desmoronan, sin que la escritura pueda apoderarse de ellos. Además, ¿es posible entender lo que no se puede decir? ¿Y por qué siempre es necesario "entender"? El director puede desear aumentar el registro de sensaciones auditivas y visuales del espectador. Por lo tanto, demostró que el dominio sensible debe tener prioridad sobre el de inteligibilidad. La filmografía de Bokanowski es una caja de herramientas que atomiza el campo semántico del cine. Esto lleva al espectador a experimentar nuevas relaciones entre sus facultades perceptivas y las imágenes en movimiento que impregnan su retina. |
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Julio 2020
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