Pocos náufragos pueden decir que han sobrevivido tanto en el mar como Mr. Patel, y nadie en compañía de un tigre de bengala adulto. La vida de Pi Yann Martel El Cultural: Yann Martel: «Nunca pensé que La vida de Pi iba a llegar tan lejos»Fuente: Marta Caballero, 30 noviembre, 2012 El Cultural: https://elcultural.com/Yann-Martel-Nunca-pense-que-La-vida-de-Pi-iba-a-llegar-tan-lejos «Me llamo Pi Patel. He sobrevivido a un naufragio. Estoy en un barco solo… con un tigre», escribe el protagonista de La vida de Pi en su carta de náufrago. Sus padres tenían un zoo, deciden trasladarlo a la otra punta del mundo, sobreviene la catástrofe y sólo quedan ellos. A caballo entre Los viajes de Gulliver y El viejo y el mar, la novela de Yann Martel consiguió en su día numerosos premios, entre ellos el Man Booker en 2002, gracias a su versión del género del viaje espiritual. Una temática que casa bien con el cine de Ang Lee (siempre interesado en narrar el enfrentamiento del hombre con lo desconocido y muy relacionado con la religiosidad), que firma la adaptación a la pantalla de esta fábula que se debate entre fantasía y realidad y que toca temas como la fe, los retos, la lucha entre el hombre y la bestia y la razón y el corazón y el paso a la edad adulta. La película, que llega a las salas este viernes, partía de una dificultad: cómo convertir en imágenes el texto de Martel, cómo rodar la peripecia de un niño y un tigre dentro de un bote en alta mar. Es lo que pensó el escritor cuando Ang Lee le propuso rodarla. Desde Québec, la ciudad donde reside, aunque nació en Salamanca y creció en Costa Rica, Francia, México y Canadá, Martel cuenta qué se le pasó por la cabeza cuando le pusieron el proyecto sobre la mesa: – Nunca pensé que La vida de Pi iba a llegar tan lejos y menos que iba a tener una adaptación cinematográfica. Es una novela que trata sobre religión y zoológicos escrita sin ironía o desdén por alguien que es miembro de una sociedad que desprecia la religión y los zoológicos. Québec es profundamente anticlerical y la mayoría de los urbanitas creen que los zoológicos son simplemente cárceles para animales. Sin embargo, mientras la escribía, estaba convencido de que se trataba de una historia maravillosa. Como su primer lector siempre estuve encantado con ella, pero a la vez me preguntaba quién iba a querer leerla. Gracias a que, como cuenta, creyó en su propio proyecto, la novela pudo publicarse después de muchos rechazos editoriales. A partir de entonces, no ha hecho sino sumar lectores, que serán legión desde que el título, publicado en España por Destino, ha vuelto a sonar con la adaptación de Ang Lee, en la que apenas se ha involucrado pero con la que ha quedado lo bastante satisfecho: – Casi todas las novelas son mucho más largas que la mayoría de los guiones. Rara vez se produce una adaptación perfecta de un libro a la pantalla. Hay mucho de La vida de Pi que tuvo que ser quedarse fuera para la película. Es normal y lo acepto. Estoy contento con el resultado, las imágenes son impresionantes y se mantiene fiel al espíritu de la novela. En efecto, Ang Lee, acompañado de parte del equipo de Avatar, ha logrado que el 3D no sea una mera excusa para vender entradas. Al contrario, la película, sobre todo en las partes relacionadas con lo onírico y la fantasía, es un colorista derroche de efectos que promete marcar un antes y un después en esta nueva y con frecuencia sobrevalorada tecnología. No obstante, insiste Martel, la clave está en el mensaje del libro, un fondo que, estima, puede calar bien en mitad de la desorientación que se vive hoy en día, especialmente entre los más jóvenes: – Cuando los lectores me piden que les firme su ejemplar de La Vida de Pi, a menudo escribo: «Quizás llegues a alcanzar la costa de México». Con ello no pretendo desearles unas vacaciones en ese país, más bien les doy la esperanza de llegar a algún tipo de salvación, a algún tipo de comprensión de su vida. Y eso es importante también para los más jóvenes, que hoy se enfrentan a grandes desafíos: una economía en crisis, la inestabilidad social, una educación cada vez más cara, la degradación del medio ambiente, y así sucesivamente. Cada uno de éstos es un Parker Richard que debe hacer las paces con la dificultad. Les deseo suerte para ello. El viaje, en su sentido más elevado, el del viaje interior, es la clave de esta historia escrita por un autor que, precisamente, creció mudándose de un lugar a otro, circunstancia que influyó en la novela: «No escribo literatura de viajes, pero el viaje ha influido claramente en mi pensamiento y en mi sensibilidad. Sé que hay muchas maneras de ser y tuve la suerte de darme cuenta de ello desde pequeño, durante mis viajes. Viajar, como leer, abre la mente. No puedo imaginar ser la persona que soy sin esas influencias duales, viajar y leer». Su novela, tildada en muchas ocasiones de naif y hasta cursi, se defiende bien en estos momentos de sombras porque, soluciona, la imaginación funciona como un arma poderosa: «Si no tienes imaginación, no se puede imaginar una realidad diferente. La imaginación es el antídoto contra todo tipo de fascismo». Nuevas Letras: La vida de Pi por Noel ÁlvarezFuente: Noel Álvarez, 5 noviembre, 2013 Nuevas Letras: http://revistadenuevasletras.com/2013/11/05/resena-la-vida-de-pi-de-yann-martel/ Cuando comencé la novela La Vida de Pi, del escritor canadiense Yann Martel, sabía que su lectura no iba a dejarme indiferente, dada la la fama que le precedía. Además, y quizá en parte, gracias también a su lograda adaptación cinematográfica, todo un alarde visual que seduce al espectador. Estructurada en tres partes bien diferenciadas, esta hermosa fábula nos llevará a través de la azarosa vida del protagonista, Pi Patel, el hijo menor del dueño de un zoológico en la India poscolonial, bajo un único trasfondo común a partir del cual se articula la historia: el complejo equilibrio entre la fe y la razón. En la primera parte de la novela el protagonista desarrolla en la infancia un fuerte sentido religioso que mantendrá durante toda su vida. En el seno de una familia laica y progresista y en una sociedad religiosamente muy segmentada, Pi vivirá su fe de una forma muy particular, luchando contra la incomprensión, la intolerancia y la irracionalidad social para con ese espíritu religioso. Hinduismo, cristianismo e islamismo confluyen como una sola fe en Pi. Busca a Dios -o le seduce su creencia- al margen de una religión concreta o de una ortodoxia vacía y dogmática. Esta interesante característica del protagonista da pie al autor a hacer críticas directas y elegantes a algunos de los aspectos más intolerantes para con la fe y la espiritualidad humana. Martel nos hace reflexionar sobre asuntos como la ausencia de diálogo interreligioso entre las distintas confesiones, las pretensiones de superioridad moral de aquellos que defienden a Dios pero desprecian al prójimo, sobre el poco respeto que le tenemos a la Naturaleza y a su misteriosa armonía o la crítica a toda forma de ateísmo y agnosticismo: «El hecho de escoger la duda como filosofía de vida es como escoger la inmovilidad como forma de transporte.» La búsqueda de la prosperidad llevará a la familia de Pi a emigrar de la India a Canadá, pero el barco que los transporta sufre el infortunio del naufragio. La segunda parte se corresponde con el cuerpo central de la novela y sin duda es la que hace justicia al subtítulo comercial de la obra, «creer en lo increíble». Sin desvelar nada que pueda restar interés al lector, esta parte narra un periplo náutico a la deriva por el Océano Pacífico en un pequeño bote junto a varios animales, entre los que se cuenta un tigre de Bengala, coprotagonista de esta historia, travesía que llevará al joven Pi a sufrir padecimientos inimaginables pero también a tener experiencias cercanas a lo místico. Aunque toda la novela posee un fuerte simbolismo, la travesía por el océano es, sin lugar a dudas, un relato alegórico de la lucha por la vida, ante el sufrimiento y la adversidad. Es la parte del relato más inverosímil, disparatada e increíble. Un fantasía buscada para provocar una incredulidad que facilitará el desarrollo de la tercera y última parte y de su mensaje principal. Esta parte de la obra -a la postre la más extensa- merecería una reflexión más amplia. Se pone de manifiesto, con la soledad del náufrago como escenario, el débil equilibrio de la vida, la fuerza natural del instinto de supervivencia y la banalidad de lo accesorio cuando lo fundamental no está cubierto. En los momentos más duros de la narración también se habla de Dios. Pese a que Dios no parece escuchar las plegarias del protagonista sujeto a penurias, este no deja de rezar ni pierde la fe; «la fe en Dios consiste en abrirse, en dejarse ir, en una confianza profunda, un acto libre de amor…». Dios es amor. La capacidad de amar lleva a Él y la fe en Él no deja de ser, a su vez, un acto de amor desinteresado. Capítulo aparte sería desarrollar otra idea de fondo que se mantiene durante toda la segunda parte de la novela: el hombre frente a la inmensidad de lo existente. De la pequeñez y fragilidad del ser humano frente a esa inmensidad y por ende de la necesidad de humildad ante la vida y de buscar la felicidad de las pequeñas cosas. Y es así que el protagonista alimenta parte de su fe en los grandes acontecimientos naturales pero también en la grandeza de lo insignificante. El final de la novela se concreta en unos pocos capítulos de forma sencilla y quizá algo abrupta, buscando un final efectista que enfatice el mensaje último de la historia. Un mensaje esencial al margen de la forma en que quiera ser contado. En conclusión, La Vida de Pi no deja de ser una novela interesante en la medida en que pone de manifiesto y ensalza una serie de nobles valores y busca la reflexión conciliadora de las diversas posturas religiosas. Pero la novela es, en su conjunto, muy irregular. Lo es desde el punto de vista narrativo, con un ritmo lleno de altibajos que provoca que ciertas partes sean trepidantes y hermosas y otras torpes y aburridas, y lo es desde el punto de vista ideológico con pasajes donde el autor peca de pretencioso y extrañamente simplista, pero está sumamente revelador y acertado en otros. En justicia, la novela es ingeniosa y entretenida. Subyacen como manantiales de agua fresca en el relato ideas dignas de reflexión, la mayoría de plena actualidad. Una historia que acerca a las personas y nos invita a vivir la vida en una convivencia fraternal de amor y respeto y en armonía con todo lo existente (o lo creado). Con una crítica directa a esa niebla de estupidez humana que nos impide ver más allá de nuestra propia vida. Una elegante y legítima defensa de la fe en Dios y de la dignificante lucha por la vida. Una obra en la que Yann Martel sale airoso aunque no llegue a brillar. Una bella historia que se podría resumir en una de tantas hermosas sentencias del padre Gandhi, presente en todo el libro: «Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por intervención de los hombres.» Que cada cual juzgue. |
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Junio 2020
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